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Amia: Ex policía: "Me pedían que involucre a desconocidos"
En una nueva audiencia del juicio por el encubrimiento del atentado a la AMIA, en el macro de la etapa testimonial, declaró el ex policía de la Brigada de Vicente López, Mario Norberto Bareiro, quien estuvo ocho años y dos meses preso por el atentado. Bareiro conocía a Carlos Telleldín con anterioridad a julio del 94, ya que Telleldín había trabajado en algunas ocasiones como informante de la policía. En su relato, Bareiro contó que, días después del atentado, estuvo en la casa de Carlos Telleldín debido a que Ana Boragni, esposa del doblador de autos, lo había llamado a él y al policía Diego Barreda, porque le preocupaban agentes que "merodeaba la vivienda". Ese mismo día, efectivos de la Policía Federal y de la SIDE arribaron al lugar con el fin de detener a Telleldín por el atentado. Bareiro y Barreda se presentaron ante los agentes y les ofrecieron colaboración con la investigación. Más de un mes después de este episodio, tanto Bareiro como Barreda fueron convocados a una reunión en la oficina de Contrainteligencia de la SIDE, en la que les propusieron trabajar para la Secretaria de forma "orgánica" en la investigación, debido a la cercana relación que mantenían con Telleldín y a su familia. Hasta diciembre de 1994, Bareiro trabajó exclusivamente para la Secretaría de Inteligencia, centrado especialmente en el círculo íntimo de Telleldín. El referente directo era Antonio "Jaime" Stiuso, a quien le pasaba la información obtenida . En julio de 1996, Mario Bareiro fue detenido, episodio que relató como de trato excesivo: “No era necesario esposarme contra el piso frente a mi hijo y revolver todo. Se excedieron hasta en el trato y no fui el único”. También denunció presiones "en todas las declaraciones indagatorias" por parte del juez, los fiscales y los secretarios del juzgado. "Intentaban que declare que la camioneta se la había llevado Ribelli, a quien yo ni conocía" explicó. Minutos antes de concluir la audiencia, el abogado defensor de los ex fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia pidió al Tribunal la detención de Bareiro por falso testimonio. En las actas de las declarciones de Bareiro en el marco de la causa AMIA, no consta que hayan estado presentes los fiscales, razón por la cual el abogado concluye que Bareiro estaría mintiendo al denunciar presiones de sus defendidos. Las querellas y la fiscalía rechazaron el planteo. Argumentaron que las actas a las que se hace referencia forman parte de la causa declarada nula por el TOF3. y que son, justamente, esas irregularidades las que se están juzgando en este juicio. Si bien el Tribunal Oral Federal 2 rechazó de momento el pedido,anunció que lo tendrá presente para más adelante. La próxima audiencia será el juevez 19 de noviembre, 9.30hs y está previsto que declare Sergio Burstein,

BAREIRO admitió haber investigado para la SIDE

Mario Bareiro, uno de los cuatro policías bonaerenses que fueron acusados y luego sobreseídos como partícipes necesarios del atentado a la AMIA, contó hoy, jueves, en la decimocuarta audiencia del juicio oral y público por encubrimiento de autores o cómplices de ese ataque, que conoció a Carlos Telleldín, el último poseedor conocido de la camioneta-bomba Trafic, en 1984 ó 1985 porque le habían hecho contravenciones por un local que tenía en Santos Lugares cuando prestaba servicio en Sáenz Peña, y que a partir de allí se había convertido en un esporádico informante sobre vendedores de autos adulterados y electrodomésticos robados, “sin recibir algo a cambio”. Luego mantuvieron una curiosa relación, ya que el ex uniformado visitó como cliente su local bailable en la zona de Congreso y, más adelante, su sauna, donde se ejercía la prostitución, pero no labró infracciones porque estaba fuera de su jurisdicción. Después de un par de años sin saber de él, su colega y amigo Diego Barreda le informó que Telleldín se dedicaba a la adulteración y comercialización de vehículos siniestrados para que lo arrestaran y secuestraran los mismos. Ese 14 de julio de 1994 “no participé del operativo” de detención para no quedar expuesto ante el informante, sino que “le pasé la información a (Anastacio) Leal, quien estaba a cargo del grupo, y se lo ‘marqué’ cuando salía de su casa porque no lo conocía, pero les ‘tiró el auto encima’ y se fugó”, resumió el testigo. En cierto momento el Tribunal Oral Federal Nº 2 interrumpió esa línea de interrogatorio porque ese incidente generó una causa que aún está abierta. Días después, Barreda le avisó que la mujer de Telleldín, Ana María Boragni, lo había llamado porque gente merodeaba su casa de República 107, en Villa Ballester, y entonces ambos fueron a verla el 26 de julio de 1994. Entonces, ésta les dijo que temían haber “comercializado” la camioneta utilizada en el atentado a la AMIA porque el comprador no había vuelto a retirar documentación y el domicilio que había dado era falso. Vieron el supuesto boleto de compra-venta de la Trafic y cuando salieron de la casa fueron interceptados por una comisión mixta de la Policía Federal y la entonces Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), pero ningún extranjero del FBI o el Mosad ni mujeres, relató Bareiro. Tras identificarse, propusieron convencer a Boragni de colaborar con la investigación y lograr el regreso de su concubino, quien estaba de viaje. Luego permanecieron unas 48 horas, durante las cuales incluso acompañaron a los hijos de la pareja mientras la mujer declaraba ante la Policía, prosiguió el testigo. “Cuando llamó Telleldín le dije que si nada tenía que ver con la Trafic, era una locura que se ‘profugara’ y quedara como vinculado con el atentado; hablamos dos veces porque estaba reticente, pero finalmente aceptó”, recordó el también querellante. Éste reveló que 30 ó 40 días después fueron contactados por “Jaime Stiler” (Antonio Stiuso) para trabajar para la SIDE: debían mantener y ampliar el contacto con el entorno del detenido y tratar de conseguir información acerca del eventual comprador de la Trafic. A esa primera reunión en la sede de Estados Unidos y La Rioja concurrieron con el jefe de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, el comisario Ramón Oreste Verón; su colega Mario Naldi, con quien Barreda y Bareiro habían trabajado en la Brigada de San Martín; y otro efectivo: Reinaldo Coronel. “Dijeron que nuestra operación estaba autorizada orgánicamente (por esa fuerza) y que el juzgado sabía de ello”, así que “íbamos a la casa de Telleldín todos los días, o jornada por medio; les importaba especialmente una agenda marrón que nunca vimos”, precisó el testigo, cuyos hallazgos reportaba “in voce” a Stiuso y Verón. Ambos efectivos colaboraron con la SIDE hasta fines de noviembre o principios de diciembre de 1994, cuando comenzaron a aparecer en los medios versiones sobre su probable vinculación con el atentado; sin embargo, el ex espía solo les dijo que volvieran a sus destinos “porque ya era suficiente” y que si surgía algo nuevo, le avisaran, aclaró. Otra anécdota extraña: en 1995 y pese a ya no estar vinculado con la SIDE, llamó a Stiuso para informarle que Eduardo Telleldín, hermano del imputado por el atentado, quería comprar un arma y el ex espía lo habría autorizado a hacer una venta controlada que terminó con la detención y posterior condena de ambos...

" GALEANO, LOS FISCALES Y BERAJA ME PEDIAN QUE MIENTA"

Mario Bareiro, , denunció , haber recibido presiones del destituido juez Juan José Galeano, sus secretarios y los entonces fiscales Eamon Mullen y José Barbaccia para involucrar a su colega Juan José Ribelli, a quien aseguró haber conocido recién en el calabozo, en la decimocuarta audiencia del juicio oral y público por encubrimiento de autores o cómplices de ese ataque. “Cuando estaba en el Comando de Patrullas de Caseros me iniciaron un sumario administrativo después que (el entonces presidente de la DAIA Rubén) Beraja pidiera en un programa de televisión de Mauro Viale que se investigara el nexo entre (el último poseedor conocido de la camioneta-bomba Trafic, Carlos) Telleldín con policías bonaerenses, puntualmente (Diego) Barreda y Bareiro, y nos desvincularon por tener relaciones con ‘personas de poca moral’ y delincuentes, pese a que siempre supieron del vínculo funcional que teníamos con él”, se quejó el hoy querellante. El testigo fue detenido el 12 de julio de 1996, acusado de incumplimiento de los deberes de funcionario público, pero en su indagatoria del día siguiente se encontró con la “desagradable sorpresa” de que le imputaban participación en “el asesinato de 85 personas”, afirmó. A partir de allí, denunció haber recibido “muchas presiones del juez, los fiscales y los secretarios” para que declarara que Ribelli se había llevado la Trafic y admitiera falsamente que el fallido procedimiento llevado a cabo el 14 de julio de 1994 para detener a Telleldín había sido “trucho”. “Me obligaron a mentir en todas mis indagatorias para tratar de zafar; hasta mi abogado (a quien no identificó) me sugirió que debía hacerme cargo de algo para poder negociar porque el tema era muy pesado”, explicó Bareiro. Sus declaraciones “parecían copias de los artículos de (los periodistas de Página/12 Raúl) Kollmann y (Román) Lejtman; tuve que acceder para no ir a la cárcel y para que mi familia pudiera verme”, reconoció quien estuvo 8 años y 2 meses detenido en la Alcaldía del Departamento Central de la Policía Federal y el Escuadrón Buenos Aires de la Gendarmería Nacional, pero nunca en prisión. Santiago Marino Aguirre, defensor oficial de los ex fiscales, intentó confrontar al testigo con sus indagatorias para que precisara en qué parte había mentido, pero la Fiscalía y la querella de los ex policías se opusieron y el tribunal lo rechazó porque su declaración de hoy era bajo juramento y como imputado podía no decir la verdad. De todos modos, nunca antes había denunciado esas supuestas presiones, ni a su letrado al Colegio de Abogados; según él, porque “todavía no sabía en quién podía confiar” y por temor a represalias, que aún mantendría. La mujer de Telleldín, Ana María “Boragni dijo que teníamos relación con ellos, pero no con la Trafic”, pero de nada sirvió, deslizó Bareiro. Además, aseguró que sus primeros abogados le habían durado poco tiempo e incluso puntualizó que Francisco D’Atri se fue a los pocos meses porque Galeano le habría dicho que “podía aparecer algún testigo que declarase que había visto la Trafic en la puerta de su estudio”. Después de casi cuatro horas de testimonio, Marino Aguirre pidió la primera detención por flagrante falso testimonio porque el testigo dijo haber recibido presiones de los ex fiscales en sus indagatorias, pero ninguno de ellos estuvo en esas tres oportunidades. Luciano Hazan, titular de la Unidad AMIA del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación -“nada permite aseverar que las actas sean veraces porque es una causa por encubrimiento y hay antecedentes de falsedad ideológica; creo que la intención es amedrentar a éste y futuros testigos”-; José Manuel Ubeira, patrocinante de los ex policías -“sabemos de todas las irregularidades cometidas, ¿cómo probarán que mintió solo por la falta de firmas?”-; y el fiscal Roberto Salum -“en el juicio anterior se anularon todas las indagatorias”- se opusieron, y el tribunal lo rechazó, por ahora, por considerarlo “prematuro”. Acto seguido se dispuso un cuarto intermedio hasta la semana que viene, cuando testificará Sergio Burstein, ex marido de Rita Worona, víctima del atentado a la AMIA, y referente de la Asociación 18J, el primero de casi una decena de familiares que contarán su experiencia de acá a fin de año. Luego lo seguirán Olga y Juan Degtiar y Graciela y Yaco Furman, del mismo grupo, y Adriana Reisfeld, Diana Malamud y Jorge Lew, de Memoria Activa. MemoriaActiva/DSnews.Emeth diario juicio


Nov / Diciembre 2015 / Kislev / Tevet 5776
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